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De tu amado pecho, sin segundo
y esa mano de amor que el pobre adora
es tu nombre en la patria sin segundo.
¿Qué diré de aquel himno que en subido
tono modula vagorosa fama
tanto por tí y los tuyos merecido?
Ah! temerario el numen que te adora
perdona si, que el mío enmudecido,
tan solo te contempla, admira y ama (6).
TRISTES ACENTOS DE Da. MANUELITA DE ROSAS
Y EZCURRA EN LA MUERTE DE SU QUERIDA MADRE
ODA
Quien me dicta sondear, excelso Rosas,
el triste lamentar que allá en su pecho
puro y casto, sintiera, esta doncella,
en tan aciago trance!
Ah! en un jardín vecino,
y vuelta la faz bella,
hacia la tumba fría,
do sabe reposar,
su madre idolatrada, que en un tiempo
su encanto fuera y su placer divino.
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