Tu trono no es idólatra, alli no brilla el oro,
no es trono levantado al bote de la lanza,
de ejército ninguno la bélica pujanza
sostiene a viva fuerza tu regio pedestal.
Tu trono es nuestro pecho, tus armas nuestros brazos
tu fuerza esté en el alma de un pueblo que te adora
tus joyas son las perlas que en tu albo seno llora,
el huérfano, la viuda y el mendigo infeliz.
Del genio de tu padre la chispa a ti desciende,
inflámase en tu seno, aspira nueva vida,
y cae por fin en lluvia de aromas convertida
al suelo de la patria que te posee feliz.
¡Feliz Buenos Aires! Si Londres, si Roma,
si Paris y Viena, envidian tu ciclo,
tus campos y florcs, y tu virgen suelo,
los bosques y rios que baña tu pie;
Envidiante ese ángel que el ciclo buscaba
flotando en los aires, perdido en la esfera,
y un aura propicia soplando ligera
cautivo a la Patria Argentina le trae.
¿Quién sabe si esa escuadra poderosa,
que vino al Plata a enseñorearse un dia,
en sus proyectos de ambición no traía
la oculta mira de robarte a ti?
No es imposible; en otro tiempo Paris
audaz arrebató a Esparta a Helena.
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