a uno de sus Poemes Saturniens puso como lema este verso de don Luis Argote y Góngora:
«A combates de amor, campos de pluma».
Este solo detalle bastaría para la gloria de Góngora, y prueba que los poetas sud-americanos de hoy, aunque otra cosa pretenden, no siguen una escuela francesa, sino estrictamente española pasada por el tamiz francés».
Las almas juveniles sienten extremecimientos líricos que los obligan a convertirse en refinadas y exquisitas a las unas, en sentimentales a las otras, en románticas a muchas y a las más en ridículas, insensibles e indiferentes a los mágicos encantos de la belleza suprema del arte.
Pero no ha sucedido lo último con el autor de «Ecos del alma», por el contrario, con su trabajo asiduo y constante ha logrado formarse un estilo raro y original, que encantará y elevará a las almas verdaderamente artísticas y arrancará una mueca de desprecio a los talentos mediocres o envidiosos.
La primera composición que encontramos en el libro se titula «El poeta alaba los ojos de la muy amada», honda y sugestiva poesía que honraría a un José Asunción Silva, cuyos nocturnos tan serenamente sentimentales, son los gemelos de esta bella composición. Oid:
«¡Oh! lo extraño de sus ojos insondables y sombríos
Cuando vuelven a lo cierto ya cansados de soñar
Y se posan en los míos
Como algo que ha dejado de volar.