Página:Cantico de Navidad.djvu/154

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—No los han arrancado, no, decía Scrooge abrazándose á los cortinajes del lecho; no: ni los anillos. Están aquí. Las imágenes de las cosas que hubieron podido suceder, pueden tambien desvanecerse; se disiparán; ya lo sé.

Sin embargo no acertaba á vestirse. Se ponia al revés las prendas, volviéndolas en todos sentidos, sin atinar; en su turbacion rompía las calcetas y las dejaba caer, haciéndolas cómplices de toda suerte de extravagancias.

—No sé lo que me hago, exclamó riendo y llorando á la vez, y representando con su apostura y sus calcetas el grupo del Laocoonte antiguo y sus serpientes. Noto en mí la ligereza de una pluma; que soy felicísimo como los ángeles, alegre como un estudiante y aturdido como un hombre ébrio. ¡Felices Pascuas á todo el mundo! ¡Bueno, dichoso año para todos! Hola, eh, eh, hola.

Y dando saltos se dirigió desde la alcoba hasta el salon, hasta que le faltó el aliento.

—Hé ahí el perolillo con el cocimiento de avena, exclamó volviendo á los saltos delante de la chimenea. Hé ahí la ventana por donde ha entrado el espíritu de Marley. Hé ahí el rincon donde se ha sentado el espíritu de la Navidad actual. Hé ahí la ventana desde donde he visto las almas en pena. Todo está en su sitio: todo ha sucedido.... Já, já, já.