pedazo de tafetan inglés, hubiera salido del paso sin perder por eso su buen humor.
Se vistió con todo lo mejor que tenía, y una vez hecho, salió á pasear por las calles. Estaban henchidas de gentes, como cuando las vió en compañía del espíritu de la Navidad actual. Iba andando con las manos atrás, y mirando á todos con aire de satisfecho. Denotaba su aspecto tan grande simpatía, que tres ó cuatro jóvenes alegres no pudieron menos de decirle: «Muy buenos dias caballero, felices Páscuas.» Scrooge afirmaba despues que de todos los sones agradables que habia oido, éste le pareció sin género de duda el que más.
Al poco rato divisó al caballero de fisonomía distinguida, que habia estado á verle la noche anterior, á verle en su despacho, preguntándole: «¿Scrooge y Marley?» A su vista experimentó un dolor penetrante en el corazon, pensando en la mirada que iba á dirigirle aquel caballero cuando lo viera; mas pronto comprendió lo que debia hacer, y apresurando el paso para estrechar la mano de aquel caballero, le dijo:
—Señor mio ¿cómo estais? Espero que habreis obtenido un magnífico resultado ayer. Es una tarea que os honra. Felices Pascuas.
—¿Mr. Scrooge?
—Sí señor, es mi nombre. Me temo que no suene muy agradablemente en vuestros