Para Tiny, que no murió, fué como un segundro padre.
Se hizo tan buen amigo, tan buen amo, tan buen hombre, como el que más podia serlo en la vieja City ó en otro cualquiera punto. Algunas personas se rieron de esta transformacion, pero él no se cuidó de ello, porque sabia perfectamente que en este mundo no ha sucedido nada de bueno que al principio no haya causado la risa de ciertas gentes. Puesto que tal clase de personas han de ser ciegas necesariamente, vale más que su enfermedad se manifieste por las muecas que hacen á fuerza de reir, que no de otra manera menos agradable. El tambien se reía, y en esto paraba toda su venganza.
Con los espíritus no tuvo más trato, pero sí mucho con los hombres. Se cuidaba de sus amigos y de su familia, y durante el año no hacia más que disponerse para celebrar la Navidad, en lo que nadie le ganaba. Todo el mundo le hacia esta justicia.
Hagamos por que digan lo mismo de vosotros y de mí, de todos nosotros y exclamemos como Tiny.
¡Que Dios nos bendiga!