levita hasta el cuello. Supongo que necesitareis todo el dia, pero confío en que me indemnizareis pasado mañana viniendo más temprano.
El dependiente lo prometió y Scrooge salió refunfuñando. El almacen quedó cerrado en un santiamen; y el dependiente, dejando colgar las dos puntas de su tapabocas hasta el borde de la chaqueta (pues no se permitía el lujo de vestir gaban), echó a todo correr en direccion á su morada para jugar á la gallina ciega.
Scrooge comió en el mezquino bodegon donde lo hacía comunmente. Despues de haber leido todos los periódicos, y ocupado el resto de la noche en recorrer su libro de cuentas, se dirigió a su casa para acostarse. Residia en la misma habitacion que su antiguo asociado, compuesta de una hilera de aposentos oscuros, los cuales formaban parte de un antiguo y sombrío edificio, situado á la extremidad de una callejuela, de la que se despegaba tanto que no parecia sino que, habiendo ido á encajarse allí en su juventud, jugando al escondite con otras casas, no habia sabido despues encontrar el camino para volverse. Era un edificio antiguo y muy triste porque nadie vivia en él, exceptuando Scrooge: los otros compartimientos de la casa servian para despachos ó almacenes. El patio era tan oscuro que, sin embargo de conocerlo perfectamente Scroo-