un dia de Noche Buena, cuando ese niño fué dejado solo en la escuela y se presentó Alí-Baba con el mismo traje que ahora. ¡Pobre niño! ¿Y Valentín? dijo Scrooge. ¿Y su bribon de hermano? ¿Como apellidaban á eso que fué depositado en medio de su sueño y casi desnudo, en la puerta de Damasco? ¿No lo veis? ¿Y el palafrenero del sultan tan maltratado por los genios? Helo ahí con la cabeza abajo. Bien, bien; tratadle como se merece: eso me gusta. ¿Qué necesidad tenía de casarse con la princesa?»
¡Qué admiracion para sus compañeros de la City si hubieran podido ver á Scrooge que empleaba todo lo que su naturaleza encerraba de vigor, para extasiarse con tales recuerdos; medio llorando, medio riendo, alzando la voz con una fuerza extraordinaria, animándosele la fisonomía de un modo singular.
«Hé ahí el loro, continuó, de cuerpo verde de cola amarilla, de moño semejante á una lechuga, en la cabeza. «¡Pobre Robinson Crusoe!» le gritaba el loro cuando lo vió tornar á su albergue despues de haber dado vuelta á la isla. «¡Pobre Robinson Crusoe!» ¿Dónde has estado Robinson Crusoe? El hombre creia soñar; mas no soñaba, no: era como ya sabeis, el loro. Hé ahí á Viernes corriendo á todo escape para salvarse: anda de prisa; valor; upa.»
Despues pasando de un asunto á otro con una rapidez no acostumbrada en él, y movido