a Lóndres y me convirtieron en un pobre esclavo, no se presentara alguno de corazon bastante generoso, que teniendo en cuenta lo que se podia esperar de mi viveza, de mi ardor, de mi sensibilidad mental y física, no inspirase á nadie la idea de evitarme aquellos padecimientos, enviándome á una escuela gratuita. Nuestros amigos estaban fatigados: ninguno se tomó interés por nosotros.»
Hubo la desgracia de que los padres no adivinaran el porvenir que tenia reservado Dickens, porque si no algo más hubieron hecho, pero en medio de todo hubo una compensacion, porque en la fábrica de betun halló una escuela como no hubiera sabido excogerla el padre; una escuela mucho más trabajosa, desde luego, que los buenos colegios ingleses, mas para uno cuyo destino debia ser el de describir las casas y calles de los barrios pobres de Lóndres, los sucesos ó extraños ó tristes ó ridí ó lastimosos que allí tenian lugar, fué una escuela donde aprendió mucho, de que se aprovechó mucho, porque en lugar de corromperse con el espectáculo aquel, Dickens se levantó en alas