Y con estéril pompa los adora.
Depura el común zumo en rica esencia,
Guarda la sacra llama en tí encendida,
Y despliega en los siglos tu existencia
Fructificando en trascendente Vida!
Y no olvides que nada hay noble y grande
Sin la velada voz de lo Infinito,
Y que el eterno grito
De la angustia mortal, en Él se expande.
Reinen en ti serenas la Fe augusta,
Y la espada leal, la ley severa:
Doquier su voz no impera,
Desata el crimen su furor salvaje,
Y vil codicia, delirante encono,
Corrupción ó pillaje,
Aullando suben á infamante trono.
Al trabajo, al saber, tus magnas puertas
De par en par abiertas,
Giren severas en su fuerte quicio,
Cuando impudente vicio,
Ó las violencias de la humana fiera,
Que responde con muerte al beneficio,
Hacia ti tiendan su ominoso vuelo,
Negra en sierpes la hirsuta cabellera,
Para manchar y envenenar tu suelo!
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