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LA VIDA SOLITARIA


La lluvia matinal, cuando en la estancia
Aún cerrada, la gallina corre
Batiendo el ala, y al balcón se asoma
El morador del campo, y desde oriente
El sol sus rayos trémulos asesta
A las gotas que caen, mi cabaña
Levemente golpeando, me despierta;
Y salgo, y las ligeras nubecillas,
Y de las aves el trinar, y el aura
Fresca bendigo, y las rientes playas.
Luego que ¡oh infaustos ciudadanos muros!
Os ví bastante y conocí: allá donde
Sigue al dolor el odio; y dolorido
Vivo, y bien pronto moriré. Alguna
Bien que escasa piedad muéstrame, empero,
Naturaleza en estos sitios ¡cuánto
Más suave un día para mí! Tú tuerces
Del mísero la vista, y desdeñando
La desdicha, el afán, á la imperante
Felicidad, naturaleza, sirves.
No queda en cielo ó tierra amigo alguno
Ni otro refugio al infeliz que el hierro.

Tal vez me siento en solitario sitio,
En un alto, de un lago en la ribera,
De taciturnas plantas coronado.
Allí, al rodar en el cenit el día,