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Al infortunio, y el decir: ya he sido.
Aquella galería vuelta al último
Rayo de luz; estos pintados muros,
La fantástica nube, el sol que asoma
En la campiña solitaria, dieron
Contentos mil á mis perdidos ratos,
Cuando mi error potente hablando iba
Al lado mío por doquier. En estas
Salas antiguas, de la nieve al brillo,
Silbando el viento en torno á estas ventanas,
Retumbo mi alegría y mis festivas
Voces, en tiempo en que el indigno, acerbo
Misterio de las cosas, se nos muestra
Henchido de dulzura. Entera y virgen,
Tierno el doncel, como inexperto amante,
Su falaz vida con amor contempla,
Y celeste beldad finge y admira.

¡Oh esperanza, esperanza, engaños dulces
De mi primera edad! hablando, siempre
A vosotros retorno; que del tiempo
En el andar eterno, ni en el cambio
De pensamientos y de afectos, nunca
Puedo olvidaros. Gloria, honor, tan sólo
Fantasmas juzgo; bienes y venturas,
Mero anhelar; no tiene fruto alguno
La misera existencia, y si vacíos
Yacen mis años, si desierto, oscuro
Es mi estado mortal, poco, á fe mía,
Fortuna me robó. Mas ¡ay! que cuando
¡Oh mis antiguas esperanzas! pienso
En vos, y en mis imágenes primeras,
Y en mi vida tan vil luego reparo,
Tan dolorosa, y que la muerte es sólo