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RUBÉN DARÍO


Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera oscura
hecha de noche y de dolor.

Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fué,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...

Juventud, divino tesoro,
ya te vas para no volver...!
Cuando quiero llorar, no lloro,
y a veces lloro sin querer...

Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fué más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.

Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...

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