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RUBÉN DARÍO
con alas y fuerzas
para resistir los embates
de las tempestades perversas,
y de arriba las cóleras
y de abajo las roedoras miserias.
Pasó un buho
sobre mi frente.
Yo pensé en Minerva
y en la noche solemne.
Oh, buho!
Dame tu silencio perenne,
y tus ojos profundos en la noche
y tu tranquilidad ante la muerte.
Dame tu nocturno imperio
y tu sabiduría celeste,
y tu cabeza cual la de Jano
que siendo una, mira a Oriente y Occidente.
Pasó una paloma
que casi rozó con sus alas mis labios.
Oh, palomal
Dame tu profundo encanto
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