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XI
Mientras tenéis, oh negros corazones!,
conciliábulos de odio y de miseria,
el órgano de Amor riega sus sones.
Cantan: oid: «La vida es dulce y seria».
Para ti, pensador meditabundo,
pálido de sentirte tan divino,
es más hostil la parte agria del mundo.
Pero tu carne es pan, tu sangre es vino.
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