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do las ondas cesaron de correr. Sus ganados colocados en su rededor manifestaban una compasion muda.... Las Nayades[1] lloraban en su húmeda morada, y Júpiter se interesó en su dolor haciendo caer del cielo una blanda lluvia.
Fuentes cristalinas, y vosotras copudas hayas, mas propias para defender de los rayos abrasadores de Phebo, que de los dardos inflamados de Cupido, á vosotras dirijo mis quejas amorosas. Todo parece atento á mi voz.... las co-
- ↑ Nayades, ninfas de las aguas, que los poetas fingen ser hijas de Achelóo, hijo de Thetis, á quien Hércules transformó en rio.