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profundo, ni fuente cuyas aguas sean mas puras y cristalinas. El Pó, tan decantado por los poetas, no ve en toda la extension de su curso parages tan encantadores como los que tú bañas atravesando la Selva de Windsor, ni los astros del Empíreo tienen tanto brillo como las deidades que habitan tus riberas. Si Júpiter se volviese á abrasar en amor por una mortal, elegiría para su mansion otro monte que el Olimpo.
Dichoso aquel que colmado de los favores de su Soberana, se ve amado de sus conciudadanos, y prefiriendo una alegría secreta á una aparente felicidad se dedica al trato de las musas á la