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Paseo Colón, Humberto I, Defensa. doce. En casa me espera el almuerzo. Di- gámosle almuerzo.
Por los zaguanes se escurre el vaho de las cocinas humildes.
Aire, sol, caminata. Siento el estómago va- cío. Apuro el paso. Sobre la arista saliente de una pared, un pedazo de pan. Más adelan- te tres gajos de mandarina. Muchas veces he visto eso sin meditarlo. Ahora ya sé. Al- go tan valiosc para el que alguna vez no tuvo, o tuvo apenas, que es preciso no arro- jar, no desperdiciar. Dejarlo allí. para que el que venga atrás recoja.
No, yo todavía, no afortunadamente.
. ..o.«
—No, a mi nadie me quita lo que tengo. Me lo gané, me lo amasé, me lo guardé, lo acumulé año tras año de mi vida. Me costó trabajo y esfuerzo. Que ¿cree usted, que me regalaron lo que disfruto?
—Pasemos por alto eso de que lo disfruta