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curiosidad sexual. Arturo Garfield Hays en sus estudios sobre sexología tiene mucha ra- zón al decir:
““La mayor parte de los racionalistas con” cederán que, aun siendo satisfactorias las relaciones sexuales, no siempre da buen re- sultado el matrimonio. Cuando aquellas no lo son, su fracaso es completo. Pero lo cierto es que ningún matrimonio es feliz cuando los cónyuges han dejado de ““gustarse””. Inú- til es tratar de arreglar la situación echan- do mano de la Iglesia o de la ley. Esos recur- sos no valen nada ante la estética”. Y en otro lugar el mismo autor añade: ““Con muchas personas son imposibles por falta de emo- ción las relaciones sexuales”.
María Luisa Carnelli habla por boca de una de sus protagonistas com acento conmo- vedor: “Fuí novia casi sin saberlo. Un año de noviazgo que lo dijo todo: ansiedad, ter- nura, deseo y luego desilusión y desconten- to. Sin embargo me casé. Por temor a la se- veridad de mi padre en primer término, y luego por un recóndito anhelo de libertad que me bullía en el alma. No odio a mi marido. No debe ser. Malbarató mi vida. Pero fuimos todos juguetes de idéntica fatalidad. El, yo,
