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TARDE DE DOMINGO
M
e veo en una tarde de domingo, lejana,allá, junto al arroyo, sentada sobre el trébol,
mirando un barrilete que Simón remontaba
y que tan alto estaba que me infundía miedo.
Trampas de barriletes eran los eucaliptus
cercanos, como ahora son los cables eléctricos;
por eso en el “campito” Simón consideraba
libre de tales trampas su barrilete espléndido:
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