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Me veo en esa tarde de nuestra infancia, hermano...
Nubes de aquella tarde: ¿quién os diría —pienso—
que el hombre, nada menos que el hombre, afortunado
rival de los alados sería en breve tiempo?
52 —
Me veo en esa tarde de nuestra infancia, hermano...
Nubes de aquella tarde: ¿quién os diría —pienso—
que el hombre, nada menos que el hombre, afortunado
rival de los alados sería en breve tiempo?
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