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Mil amigos tengo;
jamás a mi vera
pasaron algunos y otros aun pasando
no me reconocen y libre me dejan.
Si algunos rozando
mi mano dijeron
su nombre, al instante creí haber soñado
y a mi dueño dije: “No temas, fué el viento.”
Y es dicha de veras
tener mil amigos,
ser ave en la selva y desde la selva
música silvestre dar al peregrino...
Tengo mil amigos,
sus nombres ignoro
y es dicha ignorarlos; nadie me los diga,
nadie me los diga: mi dueño es celoso...