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HISTORIADORES DE CHILE.

gre; en cuyo lugar dijo Theofilato estas palabras: que el nuevo testamento tuvo principio en su sangre, porque en el antiguo, cuando se dió la lei, bastó la sangre de los animales sin razon, mas ahora la del Verbo divino. Y esta es la lei nueva y el nuevo testamento, como si nos dijese en la lei antigua ofrecian la sangre ajena en los sacrificios, pero en esta, que es la de gracia, la sangre propia ofrece Jesucristo, para enseñarnos de la suerte que habemos de hacer los sacrificios. Vamos con el lugar a nuestro intento, y veamos si hai algunos sacrificantes de la lei antigua en estos tiempos. Paréceme que no faltan, pues con la hacienda ajena y con la sangre de los pobres hacen sus sacrificios y ofrendas a los que parecen dioses de la tierra (que en buena razon lo debian ser los príncipes y superiores que gobiernan); y esto lo hacen para solicitar sus mayores medras y aumentos, y asegurar sus oficios. De aquí nace el estar las repúblicas, reinos y provincias mal servidas, los ejércitos aniquilados y abatidos, sin soldados que sirvan con amor a su Real Majestad; porque no se busca la virtud, ni el mérito, ni el que es al propósito para el oficio, sino es a los que tienen manos liberales y largas, aunque esten tullidos de piés y manos: con que de ordinario los mas indignos tienen el mejor lugar adquirido, como lo dijo Aragon. Y desdichado, en estos siglos, el que en ellos no se acomoda al tiempo, porque lo que en los justificados y a la razon medidos era afrenta y descrédito conocido, hoi es lei establecida, que el que no tiene que dar, no tiene que pretender; sino es los que siguen el camino de las letras, que esos fácilmente consiguen el premio de su trabajo y lo atropellan todo, gobernando lo civil, político y militar, con oficios permanentes y rentas asentadas, y aun despues de muertos. Y porque se reconozca que en todos los fueros, así civiles como militares, son dueños absolutos y hacen lo que quieren, no há muchos dias que por un caso grave envió de las fronteras de guerra un gobernador y capitan jeneral a prender a cierto vecino, que con un mílite ocupado en el servicio del Rei, tuvo grandes demasías y excesos, y llevándole preso el preboste jeneral del ejército, envió la real audiencia con fuerza de armas a quitarle, y lo volvieron a la ciudad; de adonde tuvo ocasion de decir los siguientes versos un autor moderno y de buen celo, trayendo a la memoria lo deias arriba referido: El que no tiene que dar, No tiene que pretender, Porque no hai mas merecer Que haber sabido robar. Ya no tienen que esperar Premio los pobres soldados; Con que se han de ver postrados Los ejércitos chilenos, Pues en marciales gobiernos Se introducen los letrados.