Página:Cautiverio feliz, y razón de las guerras dilatadas de Chile.pdf/500

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
486
HISTORIADORES DE CHILE.

Los dones que recebimos de nuestro Criador, siempre son preciosos y estimables, y los recebirémos mui colmados si en la presencia de Dios parecemos como manda, que no vamos ante su acatamiento a parecer vacios, que tambien desea recebir dádivas y dones de nosotros, porque si no le damos lo que pide, no tendrémos que quejarnos de que no nos conceda nuestras peticiones: así lo dijo San Pedro Crisólogo. El indevoto adorador bastantemente va vacío con su indevocion, y cuando no reciba no tiene de que quejarse. Bien resignado y dispuesto me hallaba a la voluntad del Señor, y con todo afecto le ofrecia mis trabajos, y ponia en su divina presencia el dolor y pesar que me acompañaba de haberle disgustado y ofendido; que estas son las dádivas que busca, y estos son los dones que apetece, para darnos a manos llenas mas de lo que podemos apetecer y solicitar, porque damos lo que podemos, y lo que en nosotros puede desear: así lo dijo San Crisóstomo en este lugar, que los sacrificios y ofrendas que le hacemos, no quiere que ninguno ofrezca, ni dé mas de lo que puede, como en los donativos forzosos para las fábricas del tabernáculo y otras pertenecientes a él, que no obligaba a dar ni a contribuir mas de lo que cada uno tuviese gusto, como lo notó Oleastro sobre el lugar del Exodo adonde mandó Dios por Moises lo referido; en cuyo lugar dijo nuestro autor citado lo siguiente: no quiso Dios obligarles por fuerza, ni obligados ponerles límite ni tasa, porque no juzgasen que hacia oficio de cobrador tirano, ántes que de Rei y Padre piadoso. ¡Oh qué ejemplo para los príncipes y señores que gobiernan en estos remotos reinos, para que aprendan a no vejar ni oprimir a los pobres vasallos de S. M., ni a cargarles la mano en las pensiones que suelen ofrecerse y en las proratas que se acostumbran! Y ya que he llegado a tocar este punto, significaré y daré a entender a mis lectores las quejas y clamores que a muchos desdichados desvalidos he escuchado en estos distritos de la ciudad de Santiago. Para el sustento de los soldados del ejército está obligada esta ciudad a dar cierto número de vacas, pagándolas S. M. del real situado, la cual cantidad prorafan entre todos los vecinos y moradores de su distrito y jurisdiccion con tal desigualdad y desconcierto, que viene a ser injusticia manifiesta y agravio desmedido, porque a los poderosos y que tienen cantidad de vacas, no les sacan mas de las que ellos gustan dar con todas conveniencias, así en las sacas como en la satisfaccion de ellas, y a los pobres que han comprado cuatro reses para crianza y aumento de sus limitadas haciendas a mas precio en ocasiones de lo que les ofrecen por ellas, les cargan la mano y les sacan por fuerza las que sin atender a su cortedad y pobreza les han proratado; y acontece sacar al que tiene solo quinientas cabezas, mas que al poderoso que se halla con tres o cuatro mil. Ya la paga cómo les va, lo que yo he visto podré asegurar por cierto, que los vales que les dejan los sacadores de este jénero, los vuelve a comprar el gobernador a seis y a ocho reales en ropa cara de su tienda; y esto es a bien librar, habiendo sacado del situado la cantidad que montan dos o tres mil vacas a veinte reales y en ocasiones a tres pesos,