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NUÑEZ DE PINEDA Y BASCUÑAN.

manifiestas? Si lo son, ¿cómo no las tenemos presentes? cómo no las meditamos para mudar de stilo en los gobiernos y no echar agua al inmenso mar para que rebose y aniegue los edificios, ni leña a la montaña para que se abrase y consuma; esto es, quitando a los pobres el aceite de los vasos vacios por dárselo a los que están rebosando? Cuántos pobres y viudas desamparadas están clamando al cielo por estos excesos! que me consta a mí, que en las ocasiones que se ofrecen de apercibir para la guerra alguna jente de los partidos, quitan a la pobre viuda un hijo que le está sirviendo y sustentando a sus miserables hermanas, dejándole la casa sin abrigo, sin amparo ni remedio; y dejan a otros mozos malhechores sin apercibirlos, ni hablarles palabra, porque están amparados y defendidos de algunos vecinos y personas poderosas; quitan el indio a la pobre que no tiene otra cosa que la sirva, por darlo al que se halla con sobrado servicio en su casa, o al paniaguado, dendo, o pariente del juez o del ministro que lo ordena. ¿Hai alguno que tenga celo de justicia? Hai quién ampare al desvalido que la tiene, si le falta dinero para pagar letrados, contribuir a los procuradores, alguaciles y escribanos? Hai juez que atienda que al pobre le acompaña la justicia para sacar el rostro en su favor y ayuda, aunque haya servido al rei N. S. con ventajas muchos años? Bien pudiera yo, como lastimado, manifestar en esta sazon muchas verdades, pero excuso el parecer apasionado. Vamos a nuestro intento discurriendo en la materia: ¿no son causas suficientes estas para que Chille no tenga permanencia, y que aguarde el total castigo de la divina mano, y para que nos diga el profeta que clamó a su pueblo: jente torpe y necia, que no teneis alma en esos cuerpos, que teniendo ojos no veis, y teniendo oidos no ois, ni atendeis a lo que os importa? ¿Qué mayor prueba para que esta guerra de Chille se dilate (que es el blanco principal a que se encaminan mis discursos) que nos tenga Dios ciegos, sordos y mudos, pues no vemos el daño del vecino para tener en él algun escarmiento, ni oigamos los clamores de los pobres para socorrerlos y ayudarlos? Son bastantes estos presajios para que yo pueda decir que es inacabable esta sangrienta y prolija guerra, y que este reino miserable se ha de ver hecho bosque tenebroso, porque echan leña en él los superiores, jueces y ministros; y ha de igualar el mar sus soberbias y vanas hinchazones, porque echan agua en él para que abunde y rebose, y a todos nos consuma y nos sepulte? Porque no hai quien imite al santo profeta Eliseo, que echaba el aceite en los vacios vasos, y no a los que rebosaban, como lo dijo Pedro Blesense, ya citado, que en las curias y consejos es mui al trocado este gobierno. Volvamos a nuestra historia, que estas digresiones son el fundamental asumpto de ella. Dejéle a nuestro cura, como dije, por ser pobre y agradable, mas de lo que se acostumbraba por las misas, por darle alguna cosa de limosna; y él me pidió encarecidamente una manta que sobre otras camisetas traje puesta, que verdaderamente parecia de terciopelo carmesí mui fino; que aunque la tenia dispuesta para