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Novelas ejemplares.

romances, que los cantaba con especial donaire; porque su taimada abuela echó de ver que tales juguetes y gracias en los pocos años y en la mucha hermosura de su nieta habian de ser felicísimos atractivos é incentivos para acrecentar su caudal; y ansí se los procuró y buscó por todas las vias que pudo; y no faltó poeta que se los diese; que tambien hay poetas que se acomodan con jitanos, y les venden sus obras, como los hay para ciegos, que les fingen milagros, y van á la parte de la ganancia: de todo hay en el mundo, y esto de la hambre tal vez hace arrojar los ingenios á cosas que no están en el mapa. Crióse Preciosa en diversas partes de Castilla, y á los quince años de su edad su abuela putativa la volvió á la corte y á su antiguo rancho, que es donde ordinariamente le tienen los jitanos, en los campos de Santa Bárbara, pensando en la corte vender su mercadería, donde todo se compra y todo se vende. Y la primera entrada que hizo Preciosa en Madrid, fué un dia de Santa Ana, patrona y abogada de la villa, con una danza en que iban ocho jitanas, cuatro ancianas y cuatro muchachas, y un jitano, gran bailarin, que las guiaba; y aunque todas iban limpias y bien aderezadas, el aseo de Preciosa era tal que poco a poco fué enamorando los ojos de cuantos la miraban. De entre el son del tamboril y castañetas y fuga del baile salió un rumor que encarecia la belleza y donaire de la Jitanilla, y corrian los muchachos á verla, y los hombres á mirarla; pero cuando la oyeron cantar, por ser la danza cantada, allí fué ello, allí sí que cobró aliento la fama de la Jitanilla, y de comun consentimiento de los diputados de la fiesta desde luego le señalaron el premio y joya de la mejor danza; y cuando llegaren á hacerla en la iglesia de Santa María delante de la imágen de la gloriosa Sta. Ana, despues de haber bailado todas, tomó Preciosa unas sonajas, al son de las cuales, dando en redondo largas y lijerísimas vueltas, cantó el romance siguiente.

Arbol preciosísimo,
Que tardó en dar fruto
Años que pudieron
Cubrirle de luto,
Y hacer los deseos
Del consorte puros,
Contra su esperanza
No muy bien seguros:
De cuyo tardarse
Nació aquel disgusto,
Que lanzó del templo
Al varon mas justo:
Santa tierra estéril,
Que al cabo produjo
Toda la abundancia
Que sustenta el mundo:
Casa de moneda
Do se forjó el cuño
Que dió á Dios la forma,
Que como hombre tuvo:
Madre de una hija,
En quien quiso y pudo
Mostrar Dios grandezas
Sobre humano curso:
Por vos y por ella
Sois, Ana, el refugio,
Do van por remedio
Nuestros infortunios.
En cierta manera
Teneis, no lo dudo,
Sobre el nieto imperio
Piadoso y justo.
A ser comunera
Del alcázar sumo,
Fueran mil parientes
Con vos de consuno.