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Novelas ejemplares.

cielo rogando, y con el mazo dando; y mas, que no quiero yo que por mí pierdan las jitanas el nombre que por luengos siglos tienen adquirido de codiciosas y aprovechadas: ¿cien escudos quieres tú que deseche, Preciosa, que pueden andar cosidos en el alforza de una saya que no valga dos reales, y tenerlos allí como quien tiene un juro sobre las yerbas de Estremadura? Si alguno de nuestros hijos, nietos ó parientes cayere por alguna desgracia en manos de la justicia, ¿habrá favor tan bueno que llegue á la oreja del juez del escribano, como estos escudos, si llegan á sus bolsas? Tres veces por tres delitos diferentes me he visto casi puesta en el asno, para ser azotada; y de la una me libró un jarro de plata, y de la otra una sarta de perlas, y de la otra cuarenta reales de á ocho, que habia trocado por cuartos, dando veinte reales mas por el cambio: mira, niña, que andamos en oficio muy peligroso y lleno de tropiezos y de ocasiones forzosas, y no hay defensas que mas presto nos amparen y socorran, como las armas invencibles del gran Filipo: no hay pasar adelante de su plus ultra: por un doblon de dos caras se nos muestra alegre la triste del procurador y de todos los ministros de la muerte, que son arpías de nosotras las pobres jitanas, y mas precian pelarnos y desollarnos á nosotras, que á un salteador de caminos: jamas por mas rotas y desastradas que nos vean, nos tienen por pobres, que dicen que somos como los jubones de los gabachos de Belmonte, rotos y grasientos, y llenos de doblones. Por vida suya, abuela, que no diga mas, que lleva término de alegar tantas leyes en favor de quedarse con el dinero, que agote las de los emperadores: quédese con ellos, y buen provecho le hagan, y plega á Dios que los entierre en sepultura donde jamas tornen á ver la claridad del sol, ni haya necesidad que le vean: á estas nuestras compañeras será forzoso darles algo, que ha mucho que nos esperan, y ya deben estar enfadadas. Así verán ellas, replicó la vieja, moneda destas, como ven al turco agora: ese buen señor verá si le ha quedado alguna moneda de plata, cuartos, y los repartirá entre ellas, que con poco quedarán contentas. Sí traigo, dijo el galan, y sacó de la faldriquera tres reales de á ocho, que repartió entre las tres jitanillas, con que quedaron mas alegres y mas satisfechas, que suele quedar un autor de comedias cuando en competencia de otro le suelen retular por las esquinas, victor, victor. En resolucion concertaron, como se ha dicho, la venida de allí á ocho dias, y que se habia de llamar cuando fuese jitano Andres Caballero, porque tambien habia jitanos entre ellos deste apellido. No tuvo atrevimiento Andres, que así le llamarémos de aquí adelante, de abrazar á Preciosa, ántes enviándole con la vista el alma, sin ella, si así decirse puede,