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Novelas ejemplares.

nuestros conciertos cuerda y discretamente; que si así lo hicieres, sé que me has de conceder la palma de honesta y recatada, y de verdadera en todo estremo. Con esto se despidió de Andres, y él se quedó esperando el dia para tomar la confesion al herido, llena de turbacion el alma y de mil contrarias imaginaciones: no podia creer sino que aquel paje habia venido allí atraido de la hermosura de Preciosa; porque piensa el ladron que todos son de su condicion: por otra parte la satisfaccion que Preciosa le habia dado, le parecia ser de tanta fuerza, que le obligaba á vivir seguro y á dejar en las manos de su bondad toda su ventura.

Llegóse el dia (que á él le pareció haberse tardado mas que otras veces), visitó al mordido, preguntóle cómo se llamaba, y adónde iba, y cómo caminaba tan tarde y tan fuera de camino; aunque primero le preguntó cómo estaba, y si se sentia sin dolor de las mordeduras. A lo cual respondió el mozo, que se hallaba mejor y sin dolor alguno, y de manera que podria ponerse en camino: á lo de decir su nombre, y adónde iba, no dijo otra cosa sino que se llamaba Alonso Hurtado, y que iba á Nuestra Señora de la Peña de Francia á un cierto negocio, y que por llegar con brevedad caminaba de noche, y que la pasada habia perdido el camino, y acaso habia dado con aquel aduar, donde los perros que le guardaban le habian puesto del modo que habia visto. No le pareció á Andres legítima esta declaracion, sino muy bastarda, y de nuevo volvieron á hacerle cosquillas en el alma sus sospechas, y así le dijo: Hermano, si yo fuera juez, y vos hubiérades caido debajo de mi jurisdicion por algun delito, el cual pidiera que se os hicieran las preguntas que yo os he hecho, la respuesta que me habeis dado obligara á que os apretara los cordeles: yo no quiero saber quién sois, cómo os llamais, ó adónde vais; pero adviértoos que si os conviene mentir en este vuestro viaje, mintais con mas apariencia de verdad: decís que vais á la Peña de Francia, y dejaisla á la mano derecha, mas atras deste lugar donde estamos bien treinta leguas: caminais de noche por llegar presto, y vais fuera de camino por entre bosques y encinares que no tienen sendas apénas, cuanto mas caminos: amigo, levantáos y aprended á mentir, y andad enhorabuena; pero por este buen aviso que os doy, no me diréis una verdad? que sí diréis pues tan mal sabeis mentir: decidme, ¿sois por ventura uno que yo he visto muchas veces en la corte entre paje y caballero, que tenia fama de ser gran poeta, uno que hizo un romance y un soneto á una Jitanilla que los dias pasados andaba por Madrid, que era tenida por singular en la belleza? decídmelo, que yo os prometo por la fe de caballero jitano de guardaros todo el secreto que vos viéredes que os conviene: