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Vivimos de lo que quisieron imponernos desde fuera, en el manejo técnico de la más fundamental riqueza nuestra. Limitando las posibilidades de acceso a los altos mandos de la técnica y la ciencia para nuestros profesionales. Situación que, por cierto, colocaba en inferioridad al chileno frente al extranjero. Baste recordar la responsabilidad de los que han tenido el manejo del país, señalando, por ejemplo, que este es un país riquísimo en yacimientos mineros, en donde no hay siquiera un catastro completo de las posibilidades que tenemos en este aspecto. No hay un organismo centralizado y nacional que concentre a los geólogos. Tampoco se creó un instituto de investigación cuprera. Es decir, nos mantuvimos sometidos, sin comprender y mirar el futuro, y sin avizorar la importancia que trascendente que tiene y tendrá el preparar a los chilenos que asuman la responsabilidad de hace producir sus minas, ahora, sobre todo, cuando las minas son del pueblo y son de Chile. Y hubo largos años sin el más leve control. satisfechos tan sólo los gobernantes con recibir un porcentaje de utilidades. Hubo largos años en que, lentamente, por la acción del pueblo y de sus partidos de vanguardia, se fue creando una conciencia que obligaba a los poderes públicos a comprender que no podía continuar la manera irresponsable como se había dirigido nada menos que la explotación más importante para el país: el cobre. Debo recordar que como consecuencia de haber presentado un proyecto los sectores populares, proyecto que llevaba mi firma, para crear la Corporación del Cobre, primero, y la Corporación de los minerales básicos después, nació en un momento difícil para Chile, en que había acumulado un gran stock, CODELCO. Vale decir la Corporación del Cobre, que empezó a ser un organismo que siquiera permitía a los chilenos mirar en sus grandes líneas sin poder intervenir en la dirección de las empresas lo que ocurría en el cobre.

Sin embargo, en la conciencia de las masas populares y en la conciencia de los partidos de vanguardia, en la lucha de los trabajadores, estaba impresa la voluntad insobornable de seguir avanzando.

(SIGUE)