sus instintos, a pesar de haber conversado reiteradamente los dirigentes de la Confederación Nacional de Transportes de Chile, del cual depende también la Confederación de Camioneros, con los Ministros de Economía, de Obras Públicas y de Transportes, compañeros Cademartori y Martones; después de haber conversado conmigo en dos oportunidades —he hablado cerca de 5 horas con ellos— la última oportunidad fue ayer con los dirigentes de la Confederación Nacional de Transportes, que representan los autobuses, a los dueños de camiones, a los taxibuses y a la Federación Nacional de Taxistas. Reconocieron, desde el punto de vista de sus reivindicaciones, que prácticamente estaba resuelto el problema; que prácticamente estaban finiquitado pero que se había provocado un hecho que los obligaba a exigir la salida inmediata del Subsecretario de Transportes, para que terminara el paro. Les respondí que tenía en mi escritorio la renuncia del funcionario Faivovich, pero que jamás la iba a cursar como una imposición. Que no había un Presidente que pudiera aceptar una exigencia de esta naturaleza, sobre todo cuando los hechos no justificaban una crítica a la manera cómo había actuado Faivovich que, cumpliendo con una disposición administrativa, y basado sobre instrucciones legales, había ido a requisar a El Peñón los camiones, donde, repito, hay todavía camiones cargados con alimentos. Y lo hizo con la fuerza pública. Lamentablemente, parlamentarios del Partido Nacional trataron de impedir este hecho.
¿Quiénes son los delincuentes? ¿Los funcionarios que van a cumplir una orden emanada de autoridades competentes, o aquellos otros que han declarado un paro ilegal y que desde el día mismo en que lo hicieron hasta ahora, llevan ya 182 atentados, con dos muertos, con cientos y cientos y miles y millones de escudos de pérdida, que van a gravitar fuertemente sobre la economía nacional?