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cap.
darwin: viaje del «beagle»

porque la distancia a que pueden llevarse los caballos en estas planicies es del todo sorprendente; se me ha asegurado que un caballo sin carga es capaz de caminar 160 kilómetros diarios en varias jornadas sucesivas.

El campamento del general Rosas estaba cerca del Río. Consistía en un cuadrado formado por carros, artillería, chozas de paja, etc. Casi todas las tropas eran de caballería, y me inclino a creer que jamás se reclutó en lo pasado un ejército semejante de villanos seudobandidos. La mayor parte de los soldados eran mestizos de negro, indio y español. No sé por qué tipos de esta mezcolanza rara vez tienen buena catadura. Pedí ver al secretario para presentarle mi pasaporte. Empezó a interrogarme con gran autoridad y misterio. Por fortuna llevaba una carta de recomendación del gobierno de Buenos Aires [1] para el comandante de Patagones. Presentáronsela al general Rosas, quien me contestó muy atento, y el secretario volvió a verme muy sonriente y afable. Establecí mi residencia en el rancho o vivienda de un viejo español, tipo curioso que había servido con Napoleón en la expedición contra Rusia.

Estuvimos dos días en el Colorado; apenas pude continuar aquí mis trabajos de naturalista porque el territorio de los alrededores era un pantano que en verano (diciembre) se forma al salir de madre el río con la fusión de las nieves en la Cordillera. Mi principal entretenimiento consistió en observar a las familias indias según venian a comprar ciertas menudencias al rancho donde nos hospedábamos. Supuse que el general Rosas tenía cerca de 600 aliados indios. Los


  1. Me veo obligado a significar en los términos más expresivos mi agradecimiento al gobierno de Buenos Aires por la generosa amabilidad con que se me facilitaron pasaportes para todas las partes del país, como naturalista del Beagle.