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bahía blanca

los individuos separados [1]. Bien se nos puede permitir que preguntemos: «¿Qué se entiende por individuo? Siempre es interesante descubrir el fundamento de los extraños relatos de viajeros antiguos, y no dudo que los hábitos de esta Virgularia expliquen algunos casos. El capitán Lancáster, en su viaje [2] en 1601, refiere que en las arenas marinas de la isla del Sombrero, en las Indias Orientales, «halló un ramito que crecía como un árbol tierno, y al intentar arrancarlo se encogió hacia el suelo, y se hubiera hundido del todo a no tenerle asido con mucha fuerza. Habiéndole arrancado, se vió que tenía por raíz un gran gusano, el cual disminuye al paso que el árbol crece, y en cuanto el gusano se convierte enteramente en árbol éste hecha raíces en la tierra y se hace grande. Semejante transformación es una de las más extrañas maravillas que he visto en todos mis viajes, pues si se arranca este árbol cuando joven y se le quitan la corteza y las hojas se convierte, después de seco, en una piedra dura muy parecida al coral blanco, y


  1. Las cavidades que parten de los compartimientos carnosos de la extremidad estaban llenas de una materia pulposa amarilla, que examinada al microscopio presentaba extraño aspecto. La masa se componía de granos irregulares, redondeados y semitransparentes, reunidos en partículas de varios tamaños. Todas estas partículas y los granos separados podían moverse con rapidez, de ordinario alrededor de distintos ejes, y a veces con movimiento progresivo. El movimiento era visible con muy poco aumento; pero aun con las lentes de mayor amplificación no era posible descubrir su causa. Eran diferentes de la circulación del flúido en la bolsa elástica que contenía la extremidad delgada del eje. En otras ocasiones, al disecar pequeños animales marinos bajo el microscopio, he visto partículas de materia pulposa, algunas de gran tamaño, que empezaban a dar vueltas tan luego como se disgregaban. He imaginado—ignoro con cuánta verdad—que esta materia pulpogranulosa se hallaba en el proceso de convertirse en huevos. Realmente, en este zoófito, tal parecía ser el caso.
  2. Kerr, Collection of Voyages, vol. VIII, pág. 119.