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banda oriental y patagonia

Colorado algunos tenderillos de escaso fuste solían comer con el general Rosas. El hijo de un comandante, en Bahía Blanca, se ganaba la vida haciendo cigarrillos, y se brindó a acompañarme en calidad de guía o criado hasta Buenos Aires; pero su padre se opuso, fundándose sólo en el peligro que correría. Muchos oficiales del ejército o clases inferiores no saben leer ni escribir, y, sin embargo, todos se tratan como iguales en sociedad. En Entre Ríos, la Sala o Congreso se componía de seis representantes solamente. Uno de ellos tenía un comercio o tienda de poca importancia, lo que indudablemente no le incapacita para el cargo. Todo esto es lo que desde luego podía esperarse de un país nuevo; sin embargo, la ausencia de verdaderos caballeros le parece a un inglés cosa algo extraña.

Al hablar de estos países no debe perderse de vista el modo como han sido educados por la violenta autoridad maternal de España. En general, más elogios merece lo que se ha hecho que censura lo que se ha dejado de hacer. Y no cabe duda de que el excesivo liberalismo de estos países debe producir al final buenos resultados. La tolerancia, muy generalizada, de las religiones extranjeras; la gran atención concedida a los medios de educación; la libertad de la prensa; las facilidades ofrecidas a todos los extranjeros, y de un modo especial—así me cumple decirlo—a todas las personas que tengan las más humildes pretensiones científicas, deberán ser recordadas con gratitud por cuantos hayan visitado la Sudamérica española.


6 de diciembre.—El Beagle zarpó del Plata para no volver a entrar en su cenagosa corriente. Dirigimos el rumbo a Puerto Deseado, en la costa de Patagonia. Antes de pasar más adelante reuniré aquí unas cuantas observaciones hechas en el mar.

Darwin: Viaje.—T. I.
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