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islas de cabo verde

porque al navegar con rumbo a casa tocamos en este punto por segunda vez, y al llegar allá en mi relato tendré ocasión de extenderme sobre el particular.

Todo a lo largo de la costa del Brasil, en una distancia de 2.000 millas al menos, y seguramente en un gran espacio tierra adentro, dondequiera que se tropiece con rocas sólidas, pertenecen a una formación granítica. La circunstancia de hallarse constituída esta enorme área por materiales que, según la mayoría de los geólogos, cristalizaron calentados bajo presión, da lugar a muchas curiosas reflexiones. ¿Se produjo este efecto en las grandes profundidades del océano? ¿O es que sobre esa superficie se extendió en un principio una capa de estratos que han ido desapareciendo desde entonces? ¿Podemos creer que alguna fuerza, obrando en un período de tiempo larguísimo, haya denudado el granito en varios millares de leguas cuadradas?

En un sitio próximo a la ciudad, donde un riachuelo desembocaba en el mar, observé un hecho que se relaciona con un asunto discutido por Humboldt [1]. En las cataratas de los grandes ríos Orinoco, Nilo y Congo, las rocas sieníticas están revestidas de una substancia negra, presentando el aspecto de haber sido pulimentadas con grafito. La capa es de extremada delgadez, y del análisis hecho por Berzelius resultó que estaba compuesta de óxidos de manganeso y hierro. Hállasela en el Orinoco en las rocas periódicamente bañadas por las ondas, y solamente en aquellos puntos donde la corriente es rápida; o, como dicen los indios, «las rocas son negras cuando las aguas son blancas». Aquí el revestimiento es de hermoso pardo en vez de negro, y parece compuesto de sólo materias ferruginosas. Los ejemplares manuales no dan idea exacta de estas piedras barnizadas de pardo, que


  1. Personal Narrative, vol. V, part. I, pág. 18.