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cap.
darwin: viaje del «beagle»

madas de la realidad, en dirección Norte-Sur, al través de las islas, con sus arrecifes-barrera, de Vanikoro, Gambier y Maurua; y se han dibujado tanto en proyección vertical como en horizontal, a la misma escala, de un cuarto de pulgada por milla.

Hay que observar que si las secciones se hubieran tomado en otra dirección cualquiera, tanto al través de esas islas como de otras muchas encerradas en un círculo de arrecifes, los rasgos generales habrían sido los mismos. Ahora bien: teniendo presente que los corales constructores de arrecifes no pueden vivir a mayor profundidad que la de 20 ó 30 brazas, y que, siendo la escala tan pequeña, los tracitos verticales de la derecha representan sondas de 200 brazas, ¿sobre qué descansan estos arrecifes-barrera? ¿Hemos de suponer que cada isla está rodeada de un borde submarino de roca en forma de collar, o de un gran banco de sedimento que termina abruptamente donde lo hace el arrecife? Si el mar hubiera roído y penetrado mucho dentro de las islas antes de estar protegidas por los arrecifes, habiendo dejado así un borde somero alrededor de ellas bajo el agua, las costas actuales se presentarían inevitablemente limitadas por grandes precipicios; pero muy rara vez ocurre esto. Además, en este supuesto, no es posible explicar por qué los corales habrían surgido como un muro desde el margen exterior extremo del borde, dejando a menudo un ancho espacio de agua en el interior, demasiado profundo para el desarrollo de corales. La acumulación de un amplio banco de sedimento todo en torno de estas islas, y de ordinario más ancho donde son numerosas las islas incluidas, es sobremanera improbable, considerando sus situaciones descubiertas en las partes más centrales y profundas del océano. En el caso del arrecife-barrera de Nueva Caledonia, que se extiende 150 millas allende la punta septentrional de la isla, siguiendo la misma línea recta con que corre frente a la