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chiloe y las islas chonos

El mar aparecía blanco con la espuma flotante, y el viento aullaba y rugía en las jarcias. Era una escena de fatídica sublimidad. Por unos minutos brilló un espléndido arco iris, siendo curioso observar el efecto de las rociadas de espuma, que al avanzar sobre la superficie del agua convertían el semicírculo del arco en un círculo completo deformado por la parte inferior, pues la banda de colores prismáticos se continuaba a través de la bahía, junto al costado del barco, y de esta suerte formaba un anillo entero, aplastado en su base.

Permanecimos aquí tres días. El tiempo siguió siendo malo; pero importó poco para mis exploraciones, porque el terreno de estas islas es intransitable. La costa es tan escarpada, que no se puede caminar en ninguna dirección mas que arrastrándose, subiendo y bajando a gatas por agudas rocas de pizarra micácea; y en cuanto a la vegetación, nuestras caras, manos y canillas daban testimonio del mal trato recibido al querer penetrar en aquellos vedados recintos.


18 de diciembre,—Hemos salido a alta mar. El 20 nos despedimos del Sur, y con un viento favorable pusimos la proa al Norte. Desde el cabo Tres Montes navegamos plácidamente a lo largo de la alta costa, batido por las tormentas, y que es notable por el atrevido perfil de sus colinas y la espesura de la vegetación forestal, extendida por todas partes, aun sobre los riscos más escarpados. Al día siguiente descubrimos un puerto, que en esta peligrosa costa podía ser utilísimo a cualquier navío averiado. Puede reconocérsele con facilidad por un cerro de 480 metros de alto, que es todavía más perfectamente cónico que el famoso pilón de azúcar de Río Janeiro. Al día siguiente, después de anclar, logré llegar a la cima de dicho cerro. La empresa fué trabajosa, pues en algunas partes las laderas eran tan verticales que hubimos de ser-