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carlos r. darwin.

caso es mayor, si bien de distinta índole de la que existe entre el hombre y el mamífero más elevado. El coccus hembra se une con la trompa á una planta, cuya sávia chupa sin cambiar nunca de posicion; allí fecunda el macho, allí pone sus huevos, y tal es toda su historia. En cambio, como ha probado P. Huber, la descripcion de las costumbres y aptitudes mentales de las hormigas hembras daria materia para una voluminosa obra; indidicaré aquí solamente algunos puntos especiales. Las hormigas se comunican recíprocamente sus impresiones, y se unen entre sí para hacer un mismo trabajo, ó para jugar unidas. Reconocen á sus compañeras despues de largas ausencias. Construyen grandes edificios, que conservan con limpieza, y cuyas aberturas cierran por la noche, colocando en ellas centinelas. Abren caminos, y hasta túneles por debajo de los arroyos. Recogen el alimento para la comunidad, y cuando un objeto traido al hormiguero no puede ser introducido en él por su excesivo tamaño, agrandan la puerta, que luego reconstruyen de nuevo. Salen en bandadas organizadas con regularidad para combatir, y sacrifican su vida por el bien comun. Emigran conforme á un plan previamente adoptado. Capturan esclavas y guardan Afidios ó pulgones en concepto de vacas de leche. Cambian de sitio los huevos de sus Afidios, como los suyos propios, y los colocan en las partes cálidas del hormiguero para apresurar el nacimiento de las larvas. Podríamos citar otra infinidad de hechos análogos. En resúmen, la diferencia entre la aptitud mental de una hormiga y la de un coccis es inmensa, pero nadie ha pensado ni remotamente en colocarles en clases, y aun mucho ménos en reinos diferentes. El intervalo que separa sus inteligencias estará sin duda ocupado por las aptitudes mentales intermedias de una