cia habitual; así cuando se llama á un perro que persigue una liebre, se detiene, vacila, y ó prosigue en su empeño, ó vuelve lleno de vergüenza á su dueño: el amor maternal de una perra por sus cachorros, pugna con el cariño á su dueño, cuando se vé á la perra esconderse para ir á ver á aquellos, presentándose como avergonzada de no acompañar al segundo. Uno de los casos más curiosos que conozco de un instinto sobreponiéndose á otro, es el del instinto de emigrar venciendo al maternal. El primero está profundamente arraigado; un pájaro enjaulado, en la época de su emigracion anual, hace tan desesperados esfuerzos por recobrar la libertad, que se arranca las plumas del pecho contra los hierros de la jaula, llenándoselo de sangre. La fuerza del instinto maternal impulsa, con no menos vigor, á las aves tímidas á desafiar grandes peligros, aunque no sin vacilaciones y contrariando los impulsos del instinto de conservacion. Con todo, es tan poderoso el de emigrar, que entrado ya el otoño, suelen verse golondrinas que emprenden el viaje abandonando sus polluelos, los cuales mueren miserablemente en sus nidos.
Es posible que un impulso instintivo más ventajoso, en algun modo, á una especie, que un instinto diverso ó contrario, llegue á ser el más poderoso de los dos por seleccion natural, á causa de que los individuos que lo posean en mayor grado deben sobrevivir en más número. Pero esto no podria aplicarse al caso del instinto emigrador comparado con el instinto maternal. La persistencia y la accion sostenida del primero durante todo el dia en ciertas estaciones del año, pueden darle una fuerza preponderante por cierto espacio de tiempo.
El hombre animal sociable.—Es cosa admitida generalmente que el hombre es un sér sociable. Échase de