ser fiel á sus compañeros, cualidad que es comun á la mayor parte de los animales sociables. Podia poseer á la par alguna aptitud para mandarse á sí mismo, y tal vez para obedecer al jefe de la comunidad. Siguiendo una tendencia hereditaria, podia estar dispuesto á defender á sus semejantes con el concurso de los demás, y á ayudarles de un modo que no contrariase su propio bienestar ni sus deseos.
Los animales más inferiores, y en gran parte los más elevados, se dejan guiar exclusivamente por instintos especiales en los auxilios que prestan á los miembros de su comunidad; con todo, tambien en parte les impulsa á ello una amistad y una simpatía recíprocas, apoyadas aparentemente en algun raciocinio. Aunque el hombre no posee instintos especiales que le muevan á ayudar á sus semejantes, tiene cierta propension á practicarlo, y con sus facultades intelectuales perfeccionadas, puede naturalmente guiarse, para este objeto, por la razon y la experiencia. La simpatía instintiva le hará apreciar en mucho la aprobacion de sus semejantes, porque, como ha probado M. Bain, el deseo de los elogios, el poderoso sentimiento de la gloria, y el temor todavía más intenso del desprecio y de la infamia «son un resultado de la influencia de la simpatía.» En el espíritu del hombre influirán por consiguiente mucho el elogio y el vituperio de sus semejantes, expresado por sus ademanes y lenguaje. Los instintos sociales adquiridos por el hombre en un estado muy rudo, ó seguramente por sus primitivos progenitores simios, son aun hoy el móvil de gran parte de sus mejores acciones, pero estas obedecen principalmente á los deseos y opiniones expresados por sus semejantes, y con más frecuencia á sus propios y egoistas deseos. Los sentimientos de amistad y de simpatía,