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LA PROFECÍA.
Víctima de sus vicios fué Sodoma,
Jerusalem de su impiedad insana,
De su ambición Cartago la africana,
De su avaricia y su soberbia Roma.
Hoy por su propio peso se desploma
De Pelayo la herencia soberana,
Y hecho pedazos rodará mañana
El trono que de Dios origen toma.
Y nadie de la edad en el misterio
Buscará de esa ruina las razones
De fácil comprensión al hombre serio:
Lo que sí ha de admirar á las naciones,
Es cómo vivió siglos un imperio
Gobernado por monjas y bribones.
Madrid, 1868.