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EL AMOR IDEAL.
Haces bien en decir, Lesbia querida,
Que para mí son leyes tus antojos,
Pues por una mirada de tus ojos
Satisfecho y feliz diera mi vida.
Pide á mi amor sin tregua y sin medida
Sacrificios, placer, dicha y enojos;
Pide que torne en flores los abrojos,
Y en pavesas la nieve derretida.
Pideme que te cante como Homero,
Que ruja como hirviente catarata,
Que llore entre cadenas prisionero:
Pideme, Lesbia, mi ilusion más grata;
Mas no me pidas ropa ni dinero,
Porque estoy más perdido que una rata.
Madrid, 1867.
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