hácia ella en el Marqués de Valdemar, prometido de Constancia, se la concede sin titubear. Clemencia ni sabe, ni quiere resistir la autoridad de su Tia. Huérfana, pobre y abandonada, ella le sirvió de Madre; y por mas que nunca le diera la menor prueba de cariño, su voluntad es la suya. Las lágrimas son su sola defensa; y pocos dias despues, se vé enlazada á un hombre á quien no ama, y que la inspira un sentimiento invencible de repugnancia.
Léjos de su familia, en medio de una ciudad extraña, sola y triste y abandonada, Clemencia quiere amar á su marido. Pero Fernando no puede comprender a Clemencia. Sus instintos groseros contrastan horriblemente con los delicados y puros sentimientos de la pobre niña; y al ver aquellas lágrimas, y al advertir aquel pesar que no sabe traducir, los celos se apoderan de su alma, los celos sin amor, la mas cruel y mas repugnante de las pasiones. Desde entonces no hay ya un momento de tranquilidad para Clemencia, y mustia y triste y resignada, vé agotarse su vida poco poco.