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XIV
 

KIV atractivo; qué toques tan ingeniosos en todos los cuadros; qué animacion y qué movimiento en todas las narraciones! La pluma de FERNAN CABALLERO es como el sol, que todo lo vivifica y embellece. No solo vemos á los personajes, sino que nos familiarizamos con ellos, los amamos, los despreciamos, los aborrecemos, como si realmente los tratásemos en la sociedad. Las situaciones están presentadas con tal interés y con tanta verdad, que producen en el alma un encanto irresistible.

Aun mas admirable nos parece cuando traslada á Clemencia, ya viuda, á la casa de los Padres de su esposo. Jamás hemos leido escenas de felicidad doméstica tan llenas de mágia, no solo por los sentimientos purísimos de los personajes, sino por la tranquilidad plácida que gozan, y por las virtudes cristianas que en todos resplandecen. La felicidad envidiable del rey Evandro hasta que Enéas llegó á sus Lares, que nos pinta Virgilio en el libro octavo de la Eneida, y que tantas veces nos ha encantado, se nos figura ya menos interesante despues de haber leido este hermosí-