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Libro Segundo.

Piedra tan maravillosa, Que el Lapidario divino Se la presentó á su esposa. Es piedra fundamental Por Dios puesta en el crucero ; Es cabeza universal, Y de la casa real Es la puerta y el portero.

  Dióle la suma potencia 

Un poder irrevocable, Fué tanta la preeminencia Que solo al ser inefable Reconoce la obediencia. Puede librar del profundo Desligando al prisionero, Abre y cierra desde el mundo El fundamento segundo Y el fundamento primero.

 Fué Cristo á Pedro delante 

Penando con muerte esquiva. Porque Pedro se levante Donde está la piedra viva De quien es tan semejante. Y en la cruz do Pedro estaba. Usando el dolor su oficio Porque al cielo caminaba, Jamas los ojos quitaba Del celestial edificio.

   Á SAN ELIGIO, 

SANTO DE LOS PLATEROS.

Eligió, las joyas bellas Que por Dios habéis labrado Os adornan como estrellas, Y han tierra y cielo adornado, Y Dios se adorna con ellas.

 Sois platero y lapidario 

Que labró de piedras finas, Con obras santas y dignas, De sí mismo un relicario Para reliquias divinas.

 Alquimista de excelencia 

Que la tierra volvió en oro, No vuelto por aparencia, Mas oro sin diferencia De lo del celeste coro.

 Con milagros hemos visto 

Lo que allá resplandecéis; Bien mostráis lo que valeis, Y en el toque y piedra Cristo

Los quilates que tenéis.

 Por Cristo, piedra preciosa, 

Os convertís en diamante: Conversión maravillosa, Respeto que cada cosa Codicia su semejante.

 Dios os codició contino, 

Y vos, santo, al mismo Dios; Vos le amástes, y él á vos, Y así hizo amor divino Un engaste de los dos.

Á SAN HIERÓNIMO.

Ay! Ay! que el pecho has abierto. 

¿Por quién gritos tan esquivos? Por Hierónimo, que es muerto. Vivo, vivo, está por cierto En la tierra de los vivos.

I Hay quien mitigue el dolor De nuestros terribles llantos? Es la muerte de sus santos Muy preciosa ante el Señor. ¡ Ay ! Ay ! que nos falta el puerto. ¿Por quién llantos excesivos? Por Hierónimo que es muerto. Vivo, vivo está por cierto En la tierra de los vivos.

Ay ! que faltan las escalas, Y el Águila de ojos claros Siempre tiene de ampararos A la sombra de sus alas. j Ay muerte, qué desconcierto ! I Por quién suspiros esquivos? Por Hierónimo que es muerto. Vivo, vivo está por cierto En la tierra de los vivos.

Á SANTA PAULA.

Paula, vuestros ojos son Flechas con que el amor flecha, Blanco es Dios de vuestra flecha

Y de él vuestro corazón. Amor divino es la vira

Que da en el blanco que quiere, A Dios vuestro mirar hiere,

Y él os hiere cuando os mira. La saeta es de afición

Que á Dios y á vos va derecha. Blanco es Dios de vuestra flecha

Y de él vuestro corazón.