santo, parecian que le pedian su bendicion, y él se la dando, les encargó que á las mañanas y á las tardes loasen y cantasen á Dios. Ya se iban; y como el santo se abajase de la montaña, salió de traves una bestia fiera del monte, tan fea, que á los que la vieron asi de sobresalto les puso un poco de temor; y como el santo la vió, hizo sobre ella la señal de la cruz, y luego se vino para ella, y reconociendo que era una bestia que destruia los ganados de aquella tierra, la reprendió benignamente, y la trajo consigo al pueblo á do estaban los señores principales en su tablado, y allí la bestia hizo señal que obedecia, y dio la mano de nunca más hacer daño en aquella tierra; y con esto se fué la fiera á la montaña.
«Quedándose alli el santo, comenzó su sermón diciendo, que mirasen cómo aquel bravo animal obedecia la palabra de Dios, y que ellos que tenian razon y muy grande obligacion de guardar los mandamientos de Dios..... y estando diciendo esto, salió uno fingiendo que venia beodo, cantando muy al propio que los indios cantaban cuando se embeodaban, y como no quisiese dejar de cantar y estorbase el sermon, amonestándole que callase, si no, que se iria al infierno, y él perseverase en su cantar, llamó S. Francisco á los demonios de un fiero y espantoso infierno, que cerca á ojo estaba, y vinieron muy feos, y con mucho estruendo asieron del beodo, y daban con él en el infierno. Tornaba luego el santo á proceder en el sermon, y salian unas hechiceras muy bien contrahechas..... y como tambien estorbasen la predicacion, y no cesasen, venian también los demonios, y poníanlas en el infierno. De esta manera fueron representados y reprendidos algunos vicios en este auto. El infierno tenia una puerta falsa, por donde salieron los que estaban dentro; y salidos los que estaban dentro, pusiéronle fuego, el cual ardió tan espantosamente, que pareció que nadie se habia escapado, sino que demonios y condenados todos ardian, y daban voces y gritos las ánimas y los demonios, lo cual ponia mucha grima y espanto, aun á los que sabian que nadie se quemaba. Pasando adelante el Santísimo Sacramento, habia otro auto, y era del sacrificio de Abraham, el cual por ser corto, y ser ya tarde, no se dice más de que fué muy bien representado. Y con esto volvió la procesión á la iglesia.»
Es muy probable que todas estas fiestas de Tlaxcala fueron dispuestas por el P. Fr. Toribio de Motolinia, guardian de aquel convento; y señaladamente parece haber sido suya la del simulacro de la conquista de Jerusalen. Hácelo creer así la circunstancia de figurar en él, como capitan general de los españoles, el conde de Bena-