Alegraron las montañas
Vuestras faiciones honestas.
Dieron lustre á las florestas
Y un indicio en las entrañas
De placeres y de fiestas.
Vuestro nombre principal
Nos decid, señora mia.
Yo me llamo el Alegría
Del placer espiritual
Que se goza en este dia.
Es salsa que nos ponéis
Para que os guste el deseo:
Alegría, no lo creo.
¿Y porqué no lo creeis?
Porque ha mucho que no os veo.
No os vemos desde aquel dia
Del Angélico Dotor
Que se fué nuestro Pastor.
Llévele en mi compañía
A dar cuentas al Señor.
Aquí estábamos los dos
Llorando tau grave daño,
Que por ser tal y tamaño
Con veros presente á vos
Dudo, y digo si me engaño.
No teneis en que dudar,
Que yo soy la deseada.
Yo no dudo, cierto, en nada
Porque no puede engañar
Cara que es tan extremada.
¿Dónde vais? decid agora.
A daros sumo contento,
Y que veáis el casamiento
De un pastor y una pastora
Que 'son sus bienes sin cuento.
¿Aquese Pastor quién es
Que ha subido á tanta altura?
El crisol de la cordura,
El que pisa con sus piés
Las alas de la ventura.
¿Qué zagal hay tan sesudo
Que tan altas alas pisa?
La razón dello te avisa;
El primer Pastor y escudo
De la pastora Fenisa.
Acabe, diga quién es.
Hable, si quiere, de veras.
¡Oh qué gentes tan groseras!
Es Fenisa nuestra Fe,
Y él Don Pedro de Contreras.
¿Qué este es ya nuestro piloto?
Que regirá con concierto,
Que sabe el camino cierto,
Y echará, por ser tan docto
Anclas en seguro puerto.
¿Pues con quién está otorgado?
Con esta Iglesia preciosa
Que la toma por esposa.
Desde el riela así ordenado
Por la mano poderosa.
