do se proporcionaban las penas á los otros delitos, muy conforme á razón: bastando lo dicho para que se conozca, que no obraban sin ella estos indios, que al presente en su apagamiento nos parecen tan estólidos, ignorantes y bárbaros.
Entró Don Pedro de Al varado con su ejército en el Reino de Guatemala por la provincia de Soconusco: en ella tuvo que superar la resistencia de los indios de Tonalá y otros pueblos del partido de Soconusco: debelados éstos y subyugada la provincia, pasó á la de Zapotitlan, hoy Suchiltepequez, que también fué conquistada y los indios de Zapotitlan, obligados á rendirse á los Españoles y dar la obediencia á los Reyes de Castilla. De aquí pasó Alvarado á Quezaltenango, Utatlan, y últimamente llegó á Guatemala, donde fué recibido de paz, y agasajado por los Kachiqueles y fundó la Capital. Reposó en esta Ciudad algunos dias y refrescó el ejército, que bien lo necesitaba después de tantas guerras, sudores y fatigas.
En este tiempo recibió Don Pedro de Alvarado embajadas de varios Caciques de la nación Pipil, que habitaban las costas del Mar del Sur, ofreciéndose por vasallos del Rey de España; y estos indios informaron á Alvarado, que los de Escuintepeque ó Escuintla no dejaban pasar por sus tierras á los amigos de los cristianos, y que era gente perjudicial y dañosa á los vecinos. No fué menester mas para que Alvarado determinase hacer la guerra á dichos indios. Salió para esta espedicion con algunos soldados Españoles y muchos indios Kachiqueles: era la jornada trabajosa, porque como los naturales de Guatemala y los Pipiles no se trataban, estaban los caminos cerrados, y asi tuvo que irlos abriendo el ejército con inmenso trabajo, de suerte que gastaron un