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dos eran Teules, esto es Dioses, que herían y mataban con truenos y que nunca los dejarían en el uso de su libertad, como lo habían gozado hasta entonces. Por este motivo hubo una sangrienta guerra civil entre los Petapanecos, tomando las armas unos en defensa de su Señor y otros en contra: siendo este segundo partido el Calpul principal de aquel pueblo, que se retiró á los montes vecinos (M. S. Kachiq. fól. 13). Mas al cabo de algunos dias estos rebeldes, fiados en el natural blando de Cazhualan, volvieron á sus casas, pidiéndole perdón del yerro cometido. Bien se conoció en los años siguientes que este rendimiento fué solo esterior, conservando en su corazón la rebeldía; pues lo mismo fué saber los Petapanecos la sublevación de los Kachiqueles, que sacudir el yugo y levantarse contra su Cacique y los Españoles, auxiliados del Señor de Pinula, dando mucho que hacer á los nuestros, pues con la ayuda de los Petapanecos mantuvieron la guerra los de Jalpatagua; y vencido este tropieso volvieron á acometer á Don Pedro de Alvarado en los llanos que llaman de Canales.

Lo mismo sucedió con los indios de Sacatepequez: estos pueblos rehusaron al principio sujetarse á los Españoles: reducidos á su obediencia el año de 1525, como dijimos en el capítulo 8º de este tratado, en el de 26 volvieron a sacudir el yugo, ya fuese por convite de Sinacam, ya como dijeron algunos de los suyos, porque uno de sus papaces, ó sacerdotes de los ídolos, llamado Panaguali, les habia referido que su dios Camanelon se le había aparecido muy enojado y triste, porque sus amigos Sacatepequez, desconfiando de su poder, se habían rendido á los Teules de Castilla, quienes venían á quitarles sus tierras y libertad; y que asi volviesen á empuñar las armas, que él los ayudaría y daría la victoria. Tomando pues este consejo, juntos y atropados los Sacatepequez, con grande algazara y vocería, acometieron como fieras rabiosas y carniceras al primer cuerpo de guardia del presidio: tocóse prontamente al arma, y acudiendo los del otro cuartel, juntos en un cuerpo abrieron paso por medio de la muchedumbre rebelada, con pérdida de unos y otros; pues de los nuestros quedaron prisioneros