establecido por principio indubitable, que ellos nunca dan quartel á los enemigos, vienen despues á contradecirse, refiriendo el gran número de prisioneros Españoles, que se cambian, ó son rescatados, acabada la guerra. El sacrificio arriba dicho, llamado pruloncon (bayle de la cabeza) se hace de la manera siguiente.
Los Oficiales al rededor de los soldados forman un circulo, en el centro del qual se planta, en medio de quatro puñales, que representan los quatro Butalmapus, la hacha distintiva del Toqui. El infeliz prisionero, conducido para su mayor afrenta, sobre un caballo sin orejas y sin cola, es colocado inmediato á la hacha, con la cara vuelta hácia el propio pais. Después le ponen en las manos un manojo de palillos, y un leño agudo, con el qual le obligan á cavar un hoyo en la tierra, dentro del qual debe echar uno á uno aquellos palillos, mientras va profiriendo el nombre de los hombres mas valerosos de su nacion. Los soldados entretanto, con horribles gritos, van execrando la memoria de aquellos aborrecidos nombres. Se manda despues al prisionero volver á cubrir el hoyo, como si entendiesen sepultar allí dentro la gloria, y el valor de los nombrados enemigos.
Entonces el Toqui, el qualquiera otro de sus esforzados campeones, á el qual concede el honor de esta bárbara execucion, le quebran-