Página:Conferencia sobre el Dr. Guillermo Rawson - Eliseo Cantón.djvu/86

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aquel un día de gloria imperecedera para la causa de la paz y de la oratoria argentina.

Aquella resultó ser la última vez que el inmortal tribuno se hiciera ver, en acto público, por el pueblo que tanto amaba.

Al año siguiente, en 1881, emprendía viaje a Europa, pues su visión ocular disminuía de intensidad, no así la mental.

Los estudiantes, que le admiraban tanto como lo querían, le hicieron objeto de una cariñosa demostración de despedida, a la cual contestara el venerable maestro, entre otras cosas, interrogando a sus discípulos. «¿Cuántos son los que han pasado? Son quinientos, decía el caballero que ha dejado la palabra. Quinientos, sí!

« Pero todos están representados en ese anfiteatro, tan querido para mí, de tal manera que, como lo decía en otra ocasión, me imaginaba mirándolo, contemplar las corrientes de un arroyo, que se creen siempre las mismas, compuestas de las mismas partículas, como si fueran inmóviles, incontrastables, pensando que hasta las riberas que lo circundan, las flores que lo rodean son las mismas, siendo así que todo ha cambiado en la eterna rotación de la naturaleza.

« Una cosa semejante me acontecía mirando el anfiteatro, con los jóvenes que se sientan en él.

« No sé como se llaman, no conozco sus antecedentes, no sé cual será su porvenir; pero, como las corrientes de agua que van pasando delante de los ojos, creyéndoselas mismas, los